El orgullo de nuestras raíces

Por: Yaritza E. Morales Soto

Antes de comenzar hablar sobre el café, debemos hacernos una pregunta bien interesante y diría yo que de suma importancia, ¿qué piensa el puertorriqueño sobre el café? Pensaran “es una taza antes de despertar y dirigirnos hacia el trabajo, es una bebida energizante, es una bebida exquisita, una bebida de personas adineradas o simplemente un producto más del mercado el cual consumismos por costumbre….”. Estas preguntas, quizás son un poco chocantes, pero es la realidad del puertorriqueño que no sabe sentir su cultura y apreciar sus logros porque el café es más que una bebida, es un logro de nuestra cultura.

Durante el mes de marzo tuve la oportunidad de conocer al caficultor Juan Bautista Acosta quien me llevó a vivir la verdadera vida de los caficultores y el café en Puerto Rico. Juan lleva toda su vida sembrando café en el pueblo de San Sebastián. Ahora cuenta con la experiencia de ser administrador de una torrefacción y tiene su propio negocio de café llamado Casa Blanca. A pesar de que sólo lleva cinco años con la torrefacción, tuvo el privilegio de ganar el premio del mejor café en Puerto Rico. Juan es una persona muy dedicada y le gusta dar lo mejor de él y es por esto que su esfuerzo le ha recompensado de esta manera. Ahora podemos conseguir el café Casa Blanca en los supermercados Econo.

A pesar de que no es autóctono de Puerto Rico, en el año 1878, de acuerdo con mi entrevistado, el café alcanzó el primer puesto entre los producto agrícolas que más se exportaban. El café proviene de Africa y fue traído por los colonizadores españoles en el año 1836. Juan Bautista me dejó saber que el café que se trajo a Puerto Rico fue el cofeea arabica y llegó directamente desde Santo Domingo (Republica Dominicana). Luego conversamos sobre como el café fue logrando tomar un gran lugar en el comercio del puertorriqueño y se convirtió en una industria de importancia económica y social para los habitantes. Tanto así, que nuestro café era exportado hasta el Vaticano. Los años 1880 y 1890 fueron los años de gloria para el café puertorriqueño. En la actualidad, Puerto Rico celebra 275 años de historia sobre el café en Puerto Rico.

La industria del café ha sido dirigida por la zona montañosa debido a su clima, ideal para la siembra y producción del café. Esta región está compuesta por los pueblos de Lares, Mayagüez, Ciales, Jayuya, Utuado, Adjuntas, Las Marías, Maricao, entre otros. Dijo Juan: “Es interesante que actualmente hay 200,000 habitantes en esta zona montañosa, lo que representa un 9% de la población total en la Isla. Esto quiere decir que la industria cafetalera emplea de trece a catorce mil trabajadores anualmente, lo que representa un 5% de los residentes de esta región montañosa.” Quedé sorprendida al ver cuanto empleo genera esta industria y me puse a pensar que el café puede crear una economía más sólida para estos tiempos de tanta crisis.

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Juan Bautista expresó con mucho dolor que la industria cafetalera en Puerto Rico ha sufrido muchos cambios que se reflejan en las altas y las bajas de su producción. Ejemplo de ello fueron los estragos del huracán San Felipe en 1928, que causó un 90% de pérdida en producción de los cafetales. Sin embargo, en 1960, los caficultores comenzaron a sembrar al sol y los números de producción en la Industria cafetalera subieron. Vieron que el café producía más al sol y mandaron a eliminar todos los árboles que le brindaban sombra al café. De esta manera empezó una industria moderna, en la cual se introdujo maquinaria, abono para las plantas y cambios en la forma de sembrar y producir el café.

De acuerdo con mi entrevistado, en todos estos cambios que ha sufrido la siembra de café, no se ha tomado en consideración el daño que se le hace a las plantas, siembra, fauna, terreno y al ambiente. Me expresaba Juan que el productor sólo se ha concentrado en el comercio, hasta llevar el café a su mayor límite en la producción. Se han explotado los recursos sin medir que estas acciones causan mucho daño. Lo más que le duele a Juan es que el puertorriqueño se acopló a todo eso y lo aceptó sin mirar más allá. En la actualidad, la industria del café en Puerto Rico, enfrenta distintos retos y apenas lucha por sobrevivir. Ahora, al estar en tal situación, se han empezado a estudiar varias opciones y los caficultores se han dedicado a conocer un poco más su producto. Es necesario saber que cada terreno tiene sus especificaciones. Hay terrenos, dijo Juan, donde el café recibe demasiado sol y es necesario que se le brinde un poco de sombra. Por otro lado, continuó diciendo: “hay otros terrenos que son muy húmedos y al tu brindarles sombra atrasas su producción, porque no la necesita. Hay ciertos detalles los cuales son necesarios saber, para que la siembra sea productiva. El café debe ser sembrado a una altura de 500 a 3,000 pies sobre el mar. La temperatura no debe ser menor de 55 ni mayor de 80 grados fahrenheit. La cosecha puede resistir lluvias de 75 pulgadas al año. Luego de saber estos detalles, podemos reconocer que la siembra de café es un procedimiento que requiere de muchos cuidados, especificaciones y detalles de suma importancia. La siembra de café requiere de mucho trabajo, paciencia, dedicación y madurez. No cualquiera puede sembrar y cosechar un café de calidad,” me dejó saber Juan. “Puerto Rico es una Isla tan fértil que lo que tu siembras produce,” continuó diciendo. Añadió: “Lo importante es que aprendamos a valorar el trabajo de nuestros agricultores puertorriqueños y darles un apoyo de calidad.” Cuando le pregunté a que se refería con apoyo de calidad, me dijo que el gobierno debe aportar más a las industrias cafetaleras y los caficultores deben anhelar hacer un trabajo de calidad. De esta manera, según él, las cosas para la industria cafetalera podrían mejorar.

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El cafeto es el nombre original del café. Hay varios tipos de café, pero los más conocidos y producidos en la Isla son el Borbón, Typica y Caturra. El Typica es un arbusto de forma cónica que posee abundantes ramas productoras y puede alcanzar una altura promedio de 12 a 15pies. El tamaño de la fruta y semilla son grandes y la calidad de la bebida es muy buena. Lo más importante del Typica es que con buen cuidado y bajo condiciones adecuadas, el rendimiento del grano puede alcanzar alrededor de 5 libras de café pilado por almud. El Borbón es una mutación del Typaica. Este responde muy bien a la podación, pero tiende a la caída del fruto con las lluvias abundantes durante la cosecha. No obstante el Borbon tiene una producción superior al Typaica, se recupera fácil y rápidamente de los efectos de la cosecha y su grano es más pequeño, pero tiene gran cantidad. La bebida del Borbón es buena y produce 4.5 libras de café pilado por almud. Por último, se encuentra el Caturra que es una mutación del Borbón. Juan señaló que el Caturra es el mejor porque permite una alta producción y es de muy buena calidad. Añadió que el Caturra se puede adaptar a diferentes condiciones de terreno, clima y ambiente.

“Es de suma importancia conocer, no tan sólo el cuidado del café, sino el procedimiento de cosechar el café, porque de esto dependerá la calidad del café. Lo primero es que el tiempo de cosecha del café en Puerto Rico es desde agosto en las áreas mas bajas y en las zonas de mucha altura es en enero. A pesar de que es la misma semilla, el terreno, el clima, la altitud y otros influye mucho en el crecimiento del café. El fruto del café se conoce como drupa y estos no maduran al mismo tiempo, debido a que florecen varias veces durante el año. Al principio son verdes, luego se tornan amarillos y cuando alcanzan su punto de maduración se tornan rojos. Es por esto que es de suma importancia que los caficultores administren la recogida del fruto. Me contó Juan que muchos trabajadores a la hora de recoger la cosecha empiezan a sacar la mayor cantidad de fruto sin importarles si está ya maduro o no. Simplemente para ganar más dinero, recogen la mayor cantidad posible, porque le pagan por la cantidad de sacos y no por la calidad. Esto es lamentable porque para obtener un café de calidad es necesario cosechar y procesar el grano completamente maduro.

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Dice Juan que debemos entender que a pesar de que es necesario cada cuidado y proceso por el que pasa el café, también la caficutltura de hoy día tiene como meta buscar la más alta producción con rapidez y comodidad, sin importar la calidad del fruto. Dijo mi entrevistado que la caficultura de los años 60, era muy diferente a la de hoy día. Antes todo era a mano con mucho cuidado, entrega y delicadeza. Ahora todo es a base de la mayor tecnología, economía y no existe el arduo trabajo de la mano y sudor del caficultor, que era de suma importancia. Es triste porque mientras conversaba con el caficultor él me contaba como cada procedimiento en el ayer era sutil, delicado y lleno de entrega. Antes no existía la tecnología y ellos tenían, que aparte de sembrarlo y cosecharlo, procesarlo con sus propias manos. Antes tomaban el fruto uno por uno y lo lavaban en el río sacándole así la cáscara, luego lo ponían a secar sobre un saco durante tres días, y si llovía tenían que taparlo y meterlo a la casa. Una vez seco, se clasificaban los granos. A la hora del tueste se ponía el fruto en una olla caliente. No quiero dejar pasar como él se expresaba del aroma que salía de la olla mientras lo tostaban, porque fue muy impresionante ver como él compartía esa alegría y pasión sobre la experiencia de sentir, con tan sólo el aroma, los deseos de tomarse una tacita de café. El último proceso era molerlo.

Luego de escuchar como lo hacían, no cabe ni la menor duda que era muy diferente a lo que es hoy día. No quiere decir que hoy se haga mal, porque hay torrefacciones que tienen una excelente maquinaria como la del caficultor Juan que clasifica el café por el tamaño del grano y se preocupan por hacer un café de calidad. Sin embargo, pienso que se ha perdido ese amor, entrega y se ha sustituido por maquinarias que solo brindan rapidez. Esto ha hecho que la industria se actualice pero que el puertorriqueño pierda sus raíces, dedicación, conocimiento, amor por su trabajo y por el café que ha sido un producto tan importante para Puerto Rico.
“En la actualidad y con la crisis económica que estamos viviendo tenemos que reflexionar y volver a nuestras raíces. Cultivar la tierra es necesario para cada puertorriqueño,” continuó diciendo Juan. “Nunca se debió descuidar nuestra tierra. Siento que todavía hay esperanza de revivir ese amor por sembrar nuestra tierra y conservar nuestras raíces. Sacarle provecho a nuestros verdaderos recursos y crear una economía sólida, que provenga de nuestro esfuerzo,” terminó diciendo. Al igual que Juan yo creo que es hora de amar a nuestro Puerto Rico y revivir esa pasión de ser patriotas, defensores de nuestra Isla y de nuestra cultura. Sentir ese orgullo de ser puertorriqueños de corazón, como decían antes “De Pura Cepa”.

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